Los abuelos y abuelas son una figura muy importante en las familias y, en algunos casos, incluso un pilar básico por lo que hoy, Día de los Abuelos, es una estupenda oportunidad para celebrarlo, si aún puedes disfrutar de ellos.
María, Paco o Carmencita… están en nuestra vida para darnos muy buenos consejos, al mismo tiempo que cumplen algunos caprichos de nuestros hijos, primos o sobrinos y son cómplices de sus travesuras.
Por eso, brinda hoy en su honor y dale las gracias por todo lo que han hecho por ti. Estas son cinco buenas excusas para hacerlo:
- Su apoyo incondicional
Tus abuelos han aplaudido cada uno de tus logros, con orgullo en sus ojos. Desde que fuiste capaz de unir puntos para formar un dibujo hasta finalizar los estudios. Y, cada vez que te has equivocado, ellos han estado ahí. Incluso cuando has discutido con tus padres, ellos han sido los fieles mediadores, poniéndose de tu parte en muchas ocasiones.
- La fuente inagotable de comida
Comer en su casa es el mejor modo de garantizar un aumento de peso. Ellos siempre te van a ver más delgado de lo que estás y, a la mínima que te despistes, ya habrán llenado tu plato de nuevo. Por supuesto, aunque ya estés relleno como un pavo, tendrás que comerte el plátano de turno. Y, pobre de ti, como después rechaces ese trozo de bizcochón o queque recién hecho…
- Haber financiado nuestros caprichos
La infancia es una etapa muy bonita pero también tiene sus momentos duros. Poco se habla de lo que costaba ahorrar para comprarse el juguete, libro o película que queríamos. Porque los padres, con mano dura, tenían que decir “si te lo pagas tú, cómpralo”. Y, en ese punto, entraban en escena los abuelos. Ellos financiaban nuestros sueños, pasándonos el dinero de extranjis, como si fuera una sustancia prohibida.
- Las anécdotas
Tus abuelos podían pasarse tardes enteras acompañándote en el parque y te sonreían cada vez que les pedías que mirasen lo que hacías. Cuando te quedabas a dormir en su casa, te hacían de cenar tu comida favorita y te trataban como si fueras de la realeza. Por supuesto, alguna regañina podía caer, pero al final siempre te terminaban dando alguna pastilla de goma y hacías lo que querías, granuja.
- Sus historias
Nos han contado las mismas historias mil veces y las escucharíamos mil más. Cuando nos hablan de su niñez o juventud, parece que estuviéramos viendo una película antigua. Te sabes de memoria el relato de cómo hacían juguetes con latas de sardinas y cañas o pitos con la pipa de un albaricoque y aquella vez que fueron de viaje a otra isla, y lo que marearon. No podía faltar una especial mención a la mítica frase de “cuando yo era pequeño, todo esto eran plataneras” o papas, según el lugar.
Los abuelos deberían ser eternos, cierto, pero no lo son. Disfruta cada momento con ellos para que estén contigo incluso cuando te falten.
¡Un brindis por estos tesoros!