El espíritu emprendedor de Maximino Acea Perdomo, uno de los fundadores de la Compañía Cervecera de Canarias, ha sido reconocido recientemente por parte de la CEOE-Tenerife que, a título póstumo, le acaba de conceder el ‘Premio Fernando Jiménez Jiménez’ al ‘Empresario Canario’.
Su capacidad para atisbar oportunidades en una época especialmente complicada, recién terminada la Guerra Civil y marcada por el conservadurismo de la sociedad, hizo que Maximino Acea se convirtiese en un ejemplo para el sector empresarial a través de su fecunda trayectoria.
De carácter abierto y optimista, su interés por los proyectos cívicos, su talante solidario y la gran dedicación que siempre trasmitía por su trabajo hicieron que este emprendedor, nacido el 29 de mayo de 1893, se convirtiera en uno de los artífices de la que sería una de las industrias referentes en Canarias, como es Compañía Cervecera.
Hijo de Antonio Acea Galea y Francisca Perdomo Peraza de Ayala, su vinculación al mundo empresarial vino desde joven. Tras terminar los estudios secundarios y después de una estancia en Inglaterra para mejorar su preparación y conocimientos comerciales, se incorporó al trabajo en el negocio familiar: una entidad comercial fundada por su padre a finales del siglo XIX que se dedicaba a la venta al por mayor de todo tipo de artículos importados, desde comestibles hasta materiales de construcción.
La muerte prematura de su padre hizo que Maximino Acea y su hermano menor, Ovidio, se pusieran al frente del negocio familiar, que fue creciendo en importancia y dimensión gracias al esfuerzo cotidiano y a la iniciativa certera, en una labor ininterrumpida que se prolongó hasta el año 1979.
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Además de estos proyectos particulares, la experiencia de Maximino Acea le llevó a impulsar y participar en otras iniciativas empresariales, entre las que destaca la fundación, el 7 de agosto de 1939, de la primera empresa cervecera de la Isla bajo el nombre de Compañía Cervecera de Canarias (CERCASA).
La empresa, en la que fue presidente de su primer Consejo de Administración, se constituyó en 1939 con un capital equivalente a 12.000 euros, pero la situación política del momento, a las puertas de la II Guerra Mundial, hizo que se retrasara la importación de la maquinaria desde Alemania, con lo que el primer embotellado se produjo en julio de 1948.
El dinamismo de la gestión hizo que la empresa fuese dando importantes pasos hasta convertirse en la entidad que es hoy en día y a la que Maximino Acea siempre permaneció vinculado, a través de su Consejo de Administración, hasta su fallecimiento en 1984, tomando posteriormente el relevo su hijo, Antonio Acea.
Además de su trabajo al frente de la Compañía Cervecera, Maximino Acea dejó patente una importante proyección empresarial que le llevó a presidir durante años la sociedad Contratas Canarias, especializada en obras portuarias, y a participar en Canarias Explosivos SA.
Compromiso social
Al margen de su actividad empresarial, Maximino Acea se caracterizó por un marcado compromiso y vinculación con la sociedad tinerfeña, en la que ostentó importantes cargos públicos.
Concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en 1931 durante la República, lideró la creación del monumento a la memoria de Santiago García Sanabria. Asimismo, fue presidente del Cabildo de Tenerife entre los años 1931 y 1936, donde encargó la construcción del actual Palacio Insular en la Plaza de España al arquitecto Marrero Regalado.
Por otro lado, ostentó también la Presidencia de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife y fue impulsor y cofundador del Rotary Club de Santa Cruz de Tenerife.