Los canarios tenemos algunas palabras y expresiones propias que identificamos enseguida si las oímos fuera del Archipiélago o las entendemos con total naturalidad, en cualquier contexto en las islas. Esto puede crear algunas situaciones graciosas con los turistas que nos visitan y que no nos entienden a la primera como, por ejemplo, en nuestros bares y restaurantes. Esta es una breve guía para entender algunos conceptos básicos:
Guachinche. Aunque este concepto es propio de Tenerife, en especial, en el norte de la isla, se asocia a un establecimiento de comidas caseras, que saben igual de rico como si lo hubiese hecho tu propia madre y, encima, son platos abundantes. Se dice que el curioso origen de esta palabra viene de I’m watching you, que era lo que los ingleses le decían a los locales esperando a que les den de comer. En Gran Canaria lo denominamos bochinche.
Estoy embostado. Una vez en el bar donde vamos a comer y tras saborear los tremendos platos, lo más probable es que nos suceda esto: quedarnos embostados. Esta idea hace referencia a tener el estómago lleno… y es que con la variedad gastronómica que tenemos en las islas, es una situación que se repite mucho. Menos mal que siempre acompaña la cerveza para bajar un poco la comida.
Barraquito o leche y leche. Tras una comida excelente, llega la hora del café y, una vez más, en Canarias hay una serie de particularidades. Lo que se conoce en la Península como café bombón, en Canarias se le llama barraquito, con el añadido de leche normal. El barraquito es muy propio de Tenerife, mientras que en Gran Canaria se suele llamar más leche y leche.
Queque o bizcochón. Cuando llega el café es ineludible compartirlo con un trocito de queque o bizcochón. En este caso vemos de nuevo una diferencia léxica, según la provincia. Si hablamos de queque en Las Palmas, nos referimos a un bizcochón casero. Ha sido la evolución del término cake, mientras que en la provincia de Santa Cruz de Tenerife se le hace referencia como bizcochón. Este suele ser más grande y está buenísimo.
Mandarse a mudar. Cuando ya se acaba el tenderete, uno se «manda a mudar», es decir, se va a otro sitio, se vuelve a casa o, incluso, en alguna ocasión te están echando: “mándate a mudar, muchacho”…
¿Y tú, que otras expresiones conoces? Cuéntanos.