Ni la una sin la otra ni la otra sin la una. Tapa y cerveza saben mejor juntas y prescindir de una de ellas es como pedir unas papas “arrugás” y olvidarse del mojo. Que por poder se puede, pero no sabe igual. La cultura española ha hecho de la caña y la tapa la pareja ideal para tomarse un respiro, y ha conquistado ya tantos corazones que cada 21 de junio se celebra el Día Mundial de la Tapa.
El origen de esta pequeña porción de comida es incierto y las leyendas van desde reyes enfermos con prescripción médica de ingerir alimentos en mínimas cantidades, hasta la astuta idea de un camarero de las antiguas tabernas de cubrir la copa de vino con una loncha de jamón para evitar la caída de las moscas en el caldo. Historias al margen, lo que sí es cierto es que las tapas son una tradición muy arraigada en la cultura española y que, además, han dejado de estar relegadas a los bares, para convertirse en las protagonistas de bodas y otros eventos de postín.
¿Por qué gusta tanto? Por su variedad, su precio y por la comunicación que se genera en torno al compartir. Y es que si no llevas bien lo de no tener un plato solo para ti, mejor no te sumes al tapeo porque aquí de lo que se trata es de hacer saltar el tenedor de un plato a otro y ninguno de ellos lleva nombre. Es precisamente esta fórmula la que permite saborear numerosos alimentos en una sola comida, algo que especialistas en la dieta mediterránea aplauden pues aseguran que se trata de una práctica muy saludable. Así lo plasman en el libro El valor nutricional de las tapas y la cerveza, publicado por la Federación Española de Nutrición.
Ya sabes, vete pensando dónde vas a disfrutar de tu tapa y tu cerveza bien fresquita este 21 de junio porque habrá que conmemorar una de nuestras costumbres favoritas. Que aunque ya le rendimos homenaje a diario, el día 21 tenemos además una buena excusa.